miércoles, 30 de diciembre de 2020

RELEVO

 


Y de repente el virus. ¡Stop! Año cero.

 

Jamás pensamos que fuera posible confinar a toda la población. El rumor se hizo realidad en horas. En marzo la infección es total. Muerte con mayúsculas todos los días. Epidemia. Papel higiénico como expresión del miedo. Falsos aplausos. Vida virtual.

 

Salud versus economía. Parar, reanudar, producir, morir, parar, reanudar, producir… Una curva loca, como un bucle en una montaña rusa. Logramos bajar el gráfico. Pero queríamos salvar agosto y volvimos a subir los contagios. El confinamiento pasó a toque de queda y la segunda ola llegó.

 

El oleaje ahora es plural e independiente, a la vez que global. Los localizados tsunamis provocados por puentes festivos producen la segunda ola. Movilidad igual a virus.

 

Navidades iluminadas para cerrar este año enfermo. Tercera ola. Las vacunas salvadoras, como único plan, son la lucecita de salida. Estación Esperanza. No es la meta lo que se ve, tan solo es el punto del relevo. Del 2020 al 2021 no salimos ni entramos, solo continuamos. Este año dejamos un testigo infectado en las manos del siguiente corredor. Sabiendo que la única alternativa planteada es el doping masivo para los siguientes años de carrera.

jueves, 24 de diciembre de 2020

2020 ¡Para comérselo!

 

Este año ha sido monstruoso.

Este virus es más terrible que otra bestia. 

Desearíamos que 2020 fuese engullido por el tiempo. 

Que Cronos cortara el cielo de una vez, castrando al virus. 

Que el Saturno pintado por Goya devorase al maldito año. 

Que esta vez se lo comiera un monstruo aun mayor. 

Que lo hiciera la criatura del lago negro pese a la rotenona en el aire. 

Desde el Amazonas hasta las aguas de Amity Island

¡Qué lo hundan a las profundidades abisales del olvido!  

Que sea devorado por el tiburón del pasado al fin.

 

Quizás seamos nosotros mismos ese monstruo con mandíbulas, medio pez medio humano. 

Criaturas oscuras concebidas por un diablo en un gallinero.

sábado, 19 de diciembre de 2020

CACA-NOEL

 

Este año el “Caca-Noel” regalará virus. Los Reyes lo harán después, pero el trineo tirado por renos neoliberales llegará antes. Valores bursátiles sobre valores humanos. Hay que comprar regalos para la Nochevieja. Salvar la infectada Navidad a cualquier precio. Adiestrar bien a nuestros hijos como futuros productores-consumidores. Ellos serán los nuevos renos, el relevo.

 

Todo por el aumento de las ventas, nada por el creciente número de ciudadanos que pasarán estas fiestas entre cartones o bajo algún puente. Las luces en calles y centros comerciales nos incitan a vivir la navidad occidental del consumo pese al virus global. Si no puedes optar a esta navidad estás fuera y ninguna luz artificial o humana llegará a ti. Para el sistema si estás contagiado aún puedes consumir, si no produces estás muerto.

sábado, 12 de diciembre de 2020

LUCIÉRNAGA KAMIKAZE

 

El éxito de la luciérnaga como especie se basa en un reclamo lumínico. Su linterna se convierte en un anuncio publicitario parecido a las luces de neón de un puticlub en la noche.

 

El sistema invita a ir hacia la luz hipnotizadora del mercado. Miles de luciérnagas kamikaze se aproximan al árbol de navidad cortado de un bosque infectado. Las autoridades lo han colocado en medio de la plaza para que acudan todos. Se encienden las luces. Cruce de pandemias.

jueves, 3 de diciembre de 2020

CONSTRICTOR BUSINESS

 

La vara de Asclepio tiene una medida “neofarmacéutica”. La vara de la medicina oculta sus alas. 

Si las mostrara se revelaría tal y como es en realidad. Es el báculo de Hermes, la vara del comercio.

 

La serpiente siempre muda la piel, nunca el veneno. Se enrosca en las varas de los dioses o en la copa de Higea, trepando mientras muta constantemente de epidermis. Metamorfosis neoliberal, cambia “el cuerpo” por “la corporación”. La imagen, el logo, la marca y la publicidad como propaganda son la primera falsa. Es su respuesta al mercado. 

 

Zeus les negó la práctica de la resurrección. Cierto. Pero no reparó que, la resurrección en sí misma, era el concepto más opuesto al neoliberalismo capitalista. El producto eterno no cabe en el sistema.

Sin embargo, el gran Dios permitió que Asclepio y su hija Higea pudieran sanar. Abriendo así, un espacio para la mercadería curativa a través de la medicina. 

Además, ningún dios habló jamás de las ganancias. Y menos aun de cómo llegar a ellas.

 

A la hora de devolver los favores electorales, las varas de los dioses actuales serán firmes en su empeño por dirigir a los gobiernos hacia la compra masiva de vacunas. Con el cambio cíclico de su piel, ascendiendo hacia la boca del cáliz divino de las santas farmacéuticas, la serpiente garantiza el éxito del negocio con dinero público.

 

La “culebra de Esculapio” de la industria farmacéutica no necesita veneno, le basta con apretar poco a poco. Es el “constrictor-business”. El producto será fraccionado tanto en dosis como en entregas. La “neofarmacia” no intenta curar a todos. Esto sería una actitud totalmente antisistema en sí misma. El producto debe llegar primero al que mejor pague. Dejando que el contagio prosiga la producción fraccionada no atiende a la demanda, pero sí garantiza el consumo. En esto la vacuna, como producto, no se diferencia de los demás. Responde únicamente al mercado y no atenderá a los individuos sin antes ser posibles consumidores. Su prioridad es obtener beneficios financieros. La vacuna está hecha para vender, no para salvar a la humanidad.