jueves, 18 de febrero de 2016

TÍTERETA

Si Krzysztof Wodiczko realizara alguna de sus obras en nuestro país hoy en día, probablemente estaría detenido. Si Andrés Serrano expusiera algunas de sus imágenes, también lo estaría. O quizás no. Lo cierto es que ya lo han hecho y no ha pasado nada. No los apresaron ni tampoco les confiscaron sus proyectores y cámaras fotográficas. La proyección de la esvástica en la fachada de una embajada o la exhibición de fotografías como “Piss Christ” o “The Interpretation of Dreams (White Man´s Burden)” en nuestro país, no sería un problema salvo que los contratara Manuela Carmena. 

Estúpida y politizada es la reacción judicial, que tal ballena de cuento, se tragó al hombre y al muñeco. Creando un delincuente y un arma arrojadiza nueva, el Títirieta como autor y su títereta como herramienta para delinquir. ¿Se imaginan a Geppetto en prisión? ¿Imaginan que le confiscaran su Pinocho? Escandaloso... ¿Un títere sin hilos? ¿Una idea sin cuerdas? ¿Un titiritero libre?

Por su dureza, el relato original de Pinocho no parece un cuento para niños. Entre otras cosas, casualmente, incluye el ahorcamiento de un niño. Eso sí, el niño es de madera, ya que es a Pinocho a quien cuelgan de una encina. Los jueces que son ahorcados en la representación de Madrid son tan reales como lo es un niño de madera, simples títeres. Curiosamente, Le Avventure di Pinocchio se publicó en el periódico infantil “Giomali per bambini”. Así que es Carlo Collodi quien mueve los hilos de los Títirietas y de las títeretas a través de la literatura con su cuento. 

Han pasado casi 134 años de la publicación del relato, y aunque Collodi ahora sería un anciano de 190 años lleno de sabiduría, quiero acabar con una nota al autor.

Querido Collidi, permíteme un consejo. Por tu bien, no pases por España.

lunes, 8 de febrero de 2016

EL ARTE




El arte sirve para limpiar los ojos”. Escribí esa pequeña pero grandiosa frase de Karl Kraus en mi aportación a un mural compartido entre varios artistas (Col-art). Es una de las mejores definiciones del arte que he leído.

La medicina sirve para curar, la filosofía para pensar, la ciencia para saber, la educación para intoxicar... Todo está hecho con una finalidad específica. El arte no. El arte no tiene un cometido concreto, ni misión alguna. No sirve para nada, y por eso sirve para todo. Su inútil utilidad (…), esa aparente contradicción, lo define como algo extraordinariamente único.

Existen los ojos sucios. Los que el arte podría limpiar, que no adoctrinar, no son todos. También hay ojos imposibles de lavar. Están en el otro lado, lejos de cualquier luz. Aunque a la distancia justa para poder tocar con desprecio, politizando el arte a través de su iconografía. Algo que no es nuevo, por cierto. El arte sirve para todo, ajeno a su propio destino. La utilización simbólica posterior a su creación lo lleva inevitablemente a su destrucción. La destrucción de un símbolo conlleva desprecio y exhibición. Es necesaria la divulgación del momento de la caída, formando así nuevas imágenes. El símbolo adquiere otra simbología y el icono no se destruye del todo, se convierte a través de las imágenes en una nueva iconografía.