miércoles, 30 de octubre de 2019

CONTRA-MILAGRO



Hasta ahora varios sectores políticos de este país se oponían a la salida del dictador del Valle de los Caídos. Lo que negaba la derecha, la izquierda era incapaz ni siquiera de plantear. Mover a Franco parecía inalcanzable, imposible, por lo que el propio hecho se podría calificar de “milagro histórico”.

Nunca se debió enterrar al verdugo junto a las víctimas. Pero, en ese momento, Juan Carlos I era capaz de firmar cualquier cosa para subir al poder. Ya lo había hecho antes jurando los Principios del Movimiento y la lealtad al Jefe del Estado, es decir al dictador, al Nacional Catolicismo. De esta manera Juan Carlos I de Borbón era declarado sucesor, no electo, del genocida Francisco Franco.

En 1975, a modo de rey, Juan Carlos I pasaba a ser el Jefe del Estado español. El nuevo rey tomaba el poder por asignación directa e indiscutible del dictador. En este acto celebrado en las Cortes el Rey nombró al Generalísimo y a Dios, al primero agradeció y al segundo le pidió ayuda.

Pero la ayuda no sería divina sino terrenal. Dios tendrá mejores cosas que hacer, seguro. 
Así que será la Iglesia española , siempre al lado de dictaduras y monarquías, la que apoye al Rey como hizo antes con el dictador.

Para la Iglesia española la exhumación de Franco no ha sido un milagro, más bien ha sido un “contra-milagro”. La institución de la iglesia siempre al lado de la represión franquista, cómplice histórica de corruptos, nada democrática y donde la mujer es menos que el hombre.

 A veces los pies de Dios no llegan a tocar el suelo. Es en ese espacio, entre lo divino y lo terrenal, donde existe esa iglesia despreciable.

sábado, 19 de octubre de 2019

MEDIO OCRE, OCRE MEDIO


Unos políticos mediocres y la falta de autocrítica nos hace merecedores de esta política, o mejor dicho “no política”. El “Estado de derecho” por encima de todo, incluso sobre los derechos de sus ciudadanos. Ingenuos depositamos nuestras vidas en manos de una manada de incompetentes, de incendiarios y de manipuladores. Todos, unos y otros sin excepción. 

Inmersos en el primer cuarto del siglo XXI donde los problemas plantean nuevos retos vitales para toda la humanidad, estos “pseudo-políticos” o “políticos-pseudos” (me da igual) carecen de cualquier tipo de imaginación para resolver nada. Solo útiles para sí mismos, para sostenerse en el tiempo con viejas recetas de platos caducos. Rancias democracias camufladas por Estados legislados por la basura política. Repito, todos sin excepción.

La “pseudopolítica” nos ha llevado hasta este punto,  pero lo verdaderamente triste es no darnos cuenta de que estos “pseudópodos” son incapaces de encontrar una salida al conflicto. Es el fracaso mayúsculo  de “la política de los políticos”.

Sobre el poder judicial mejor no opino, no sea que acabe en una linda cárcel del “Estado de sus derechos”.