viernes, 1 de febrero de 2019

AMARILLO MANTEQUILLA


Hace años que llevo realizando un proyecto creativo que gira alrededor de una persona sinestésica, mi madre. Su “cruce de sentidos” es del tipo más común, fonema-color. Ella relaciona el color amarillo al escuchar el fonema “miércoles”. Mi madre carece de conocimientos académicos o artísticos sobre los atributos que definen un color. Para ella los miércoles no tienen un grado de saturación ni un tono pastel, es simplemente un amarillo mantequilla.

Amarillo es el chaleco de las últimas reivindicaciones en Francia, que al igual que los taxistas españoles parecen poseer tanto manos derechas como izquierdas hartos de las continuas violaciones lubricadas con mantequillas de estado.

Amarillo fue el tono de gran parte de la prensa española en el caso del pequeño Julen. Un gran país para algunos políticos oportunistas obviando que nuestro territorio está lleno de mortales trampas a modo de agujeros tal queso gruyere.

Amarillo son los lazos para presos catalanes imputados por la autoproclamación declarada por un Parlamento Catalán. El mismo color está en la bandera venezolana, la de todos los venezolanos. Para algunos, venezolanos o no, la autoproclamación amparada por la Asamblea Nacional sí parece legítima.

Amarillo es el tupé de Trump, defensor de las democracias sudamericanas siempre que sus libres y demócratas ciudadanos permanezcan al otro lado del muro.

Negro sobre amarillo diseña el logo de lo nuclear, como la base militar que pretende instalar Rusia en Venezuela.
  
Mil millones de dólares por cada estrella amarilla de la bandera China fue el último préstamo del Banco de Desarrollo de este país a la Venezuela de Madurola república caribeña de color amarillo oro. 

Amarillo es el color del desierto saudí, país de las igualdades conectadas por las vías de trenes españoles.

Amarillas son las estrellas de la Unión Europea que prohíbe desde 2017 el comercio militar con el país bolivariano. Esto no impidió que el Gobierno de Rajoy  vendiese  repuestos para carros blindados a la rebautizada tiranía venezolana. Los componentes electrónicos fabricados en Israel para los viejos tanques hechos en Francia generaron millones de euros. El dinero entró en las arcas de estos tres países con facilidad, como lo hace un cuchillo en la amarilla mantequilla.

No será el último tango en París, el amarillo es un color “homologador”, y… ¡qué bien entra con mantequilla! 

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