La
anécdota es un guiño melancólico al pasado. Una manera de
manipular nuestra realidad pasada, siempre inventada. Un filtro
cómodo para digerir lo ocurrido en clave amable. Un antiácido para
la incómoda y repetida memoria. Ideada para tragar copiosas comidas
rematadas por “el
postre”.
Inesperado desenlace de sobremesa. Dos cucharillas para el recuerdo,
dos caricias en las manos. Una larga digestión inolvidable.
No
es lo mismo abrirse de brazos que abrirse de piernas. Las
responsabilidades generadas por la nueva realidad requieren actitudes
diferentes, siempre lejos de ego-posturas
soberbias o interesadas. Por fin, los resultados traducen la verdad
de las encuestas manipuladas y de los repetidos discursos mentirosos
de todos los candidatos. Es la hora. Esto es, esto ha sido tal
fotografía.
Ya
no existen dos cucharillas clavadas sobre la tarta, ahora son más.
Aumenta el número de comensales para el mismo plato. Postre cremoso
por arriba para que las finas cucharillas entren fácilmente hacia
el sabor. Minimizando en lo posible la inesperada, pero indiscutible,
dureza de su base.
¿Realmente es
un adiós al bipartidismo? ¿O tan solo se trata de una simple
sustitución de la cubertería?
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