El otro día leí que, actualmente, la mitad de
las ventas de perfumes se realizaban en estas fechas navideñas. Erróneamente,
ya que fue en Egipto, se cree que
el origen del perfume es francés. Que aparece demandado por la aristocracia francesa del siglo XIV. La
corte del rey Luís XV llegó a llamarse "la corte perfumada". Fueron grandes
consumidores de perfumes ya que debían camuflar el mal olor corporal
consecuencia de ser básicamente unos guarros, no por ser aristócratas sino por
no lavarse, cuidado.
Esto ya no pasa, ahora todos
vamos limpios y perfumados a la vez que paseamos sobre pavimentos públicos
situados sobre las hediondas alcantarillas. Nuestras cloacas del sistema,
tapadas por losas de cemento y metal sellando los malos olores generados por
nosotros mismos. Por cierto, recuerdo como se acabó en Francia con el hedor que
provocó la aparición de estas aristocráticas fragancias… cabecitas perfumadas.
Según la RAE, la palabra olfato significa: “Sentido corporal con el que se perciben aromas y sustancias dispersas,
como el humo”. El humo (perfume.del
latín per y fumare, expandir el humo). Es curioso pero este elemento se ha
utilizado mas bien por su capacidad de mermar o impedir la visión de algo, mas
que por su olor. Pero, el diccionario dice algo más: “Sagacidad para descubrir o entender lo que está disimulado o
encubierto”.
Ya somos sagaces, lo suficiente creo. Lo que nos falta es la valentía para airear todas las cloacas y no dejar algunas bajo ciertos perfumes embriagadores, instalándose permanentemente en nuestras narices atrofiando para siempre nuestro olfato.
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