¿ Qué diría el recién fallecido escritor Sampedro si
escuchara de boca de políticos como los ministros del PP o de algunos altos
cargos del PSOE pronunciar la
palabra “indignados” ? ¿ Indignados ? No, señorías, ustedes no
pueden estar indignados. Qué falsa
empatía con los verdaderos indignados.
Tal es el saqueo que no parece bastarles con lo sabido hasta ahora. Además
quieren arrebatarles el adjetivo legítimo a los indignados. Ustedes no pueden estar indignados. ¿O es que acaso han sido arrojados de su hogar a la calle
a causa de un desahucio? ¿Han sido estafados en la vejez por “preferentes” llevándose sus ahorros para
la jubilación? ¿O quizás sea debido al hecho de subsistir en comedores de la
beneficencia?... No. Ustedes no pueden estar indignados. Ustedes, señores, están asustados. Escondidos, aún algunos,
a la espera de la próxima noticia de corrupción, contemplando cómo la mágica
capa de la impunidad se desvanece bajo la mirada de la ciudadanía liberada cada
vez más del hechizo.
La mentira es tan enorme y continuada que es absolutamente
descarada, casi pornográfica. Una increíble tomadura de pelo a cara descubierta
hacia el ciudadano.
Antes de destaparse el último escándalo de corrupción
política, el PSOE y el PP anunciaban la intención de alcanzar un pacto
anticorrupción bajo una fingida y urgente preocupación, ya que se sentían indignados. Tras la divulgación de los
últimos escándalos, ambos partidos se vieron gravemente salpicados por el “lodo corruptivo” y la idea de pacto se
desechó. Inmersos en un gran charco de líquidos y sustancias propias de la
madre de las corrupciones, pero indignados,
PP y POSE se lanzan bolas de fango político siguiendo con la representación
teatral que los caracteriza.
Los lobos siguen cuidando al rebaño de ovejas.
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